lunes, 9 de junio de 2008

FUNCION: ANÁLISIS DE CONTROL

Autor: Lic. Leopoldo M. Piazza


Voy a referirme a una práctica que ha recibido y aun recibe diversos nombres: análisis de control, análisis bajo control, curas controladas, supervisión.
En nuestro medio, y con el fin de discriminarla de otras prácticas similares, se la suele denominar: análisis de control.
Se la ubica habitualmente como un tiempo esencial de la “formación del psicoanalista”. Pero como otros enunciados que se “dan por hecho”, corre el riesgo de instalarse como un deber, un imperativo: garantizar la competencia profesional y la integridad moral del iniciado.
Por otra parte, se recurre a ella como una vía más para el aprendizaje, como un respaldo para las exigencias y angustias que despierta la inexperiencia, etc.
En qué consiste?: básicamente un analista, usualmente joven y en formación, presenta el relato de una cura a su cargo a otro analista más experimentado.
Ahora bien: qué se analiza, qué se controla?
El diccionario nos ofrece las siguientes acepciones de la palabra control:
1- Comprobación o inspección de una cosa: ej. control de calidad, control de sanidad.
En esta línea estaría la posibilidad de ubicar el análisis de control como un dispositivo institucional que garantice la competencia del controlado y su integridad moral.
Ahora bien, un controlador, o una comisión de docencia que incluya dicha actividad, no puede producir analistas por el hecho de controlar su práctica. El analista se autoriza por sí mismo, o sea, llega a serlo debido a su propio análisis.
En todo caso esta garantía sería de orden social.
2-Dominio o autoridad sobre alguna cosa: aquí en esta línea de sentido, el controlador ejercería dominio sobre el controlado, trocado en objeto del control. O bien, le enseñaría al controlado a controlar sus: intervenciones, emociones.
Si descartamos la primera, por abyecta, también la segunda nos plantea la duda de si el propio manejo del analista no forma parte de su propio análisis, y entonces: el control sería un complemento, ¿suplementaria al análisis del controlado en lo que no hubiere de logrado?
3-Limitación o verificación de una cosa: ej. velocidad, gastos. Aquí se podría asociar al control como interviniendo sobre las intervenciones y las “técnicas” del controlado.
4- sitio donde se controla: el lugar institucional.
5-Conjunto de mandos o botones que regulan el funcionamiento de una máquina aparato o sistema. En esta línea, el controlador enseñaría técnicas y modos de intervención; regulando su aplicación por parte del controlado.
6-Control Remoto: Dispositivo que regula a distancia el funcionamiento de.... el controlador analiza por intermedio del controlado?

En “Función y campo de la palabra y del lenguaje”, refiere Lacan de la posición de privilegio, de segunda visión, del controlador, ya que el controlado hace de filtro presentando una estereografía que destaca ya los 3 ó 4 registros en que puede leer la partitura constituida por ese discurso. El beneficio para el controlado estaría si el controlador le enseñase a mantenerse en esa posición subjetiva segunda. Esto me lleva a pensar si el análisis de control no forma parte de la formación del analista en posición de control. Dicho sea al paso, Lacan muestra en este texto su preferencia por la denominación “inglesa” supervisión.

En el Seminario Nro. 21 (inéditamente editado) clase del 9 de abril de 1974 dice Lacan: “al autorizarse solo por sí mismo él no puede con ello sino autorizarse también por otros”.
A modo de conclusión, entiendo que la autorización no es un título, con todo lo que un título profesional conlleva. Sin embargo esto no ahorra del compromiso de dar cuenta de una práctica, ante otros. Los otros que menciona Lacan, podrían ser tanto otros analistas cuanto pacientes. En la misma clase y subsiguientes, trabaja la posición del analista como “ese objeto a que he de hacer advenir”, lugar de nadie, de falsa apariencia (semblante). Ocupar el rol del analista, pero ¿serlo?, autorizarse puede andar, pero serlo es otro asunto, “El analista je le dessuis: el objeto a no tiene ser”.

Bibliografía de Referencia:

“Acerca de la Practica de los ‘controles’. Nuevas notas al margen de3l informe de Favreau sobre la transmisión del psicoanálisis (1970)” Conrad Stein (EN “LA Muerte de Edipo” Ed. Nueva Visión Bs. As. 1978.

“El Control Cuestiones para psicoanalistas” Diana Voronovsky (comp) Ed. Nueva Vision Bs. As. 1991.

“Escritos I” J. Lacan Ed. Siglo XXI.

Srio. 21 “Los nombres del padre”, J. Lacan, inédito.



Marzo 2005

miércoles, 9 de enero de 2008

LA REALIDAD: EL PSICOANALISIS MAS ALLA DEL CONFORT(*)

LA REALIDAD: EL PSICOANALISIS MAS ALLA DEL CONFORT(*)

“Para una persona que desconoce el camino del Zen, las montañas son montañas y los ríos son ríos; después de un primer vislumbre de la verdad del Zen, las montañas ya no son montañas y los ríos no son ríos; después de la iluminación, las montañas vuelve a ser montañas y los ríos vuelven a ser ríos”
Dicho Zen

Y finalmente todo se ordena. Se precisa el principio, se pesquisa el sinuoso derrotero, y se supone su continuidad hasta el fin. Sólo finalmente se ordena. Como al detenerse el caleidoscopio, los elementos se constituyen en figura.
Sin embargo, en un comienzo era el caos. Fue necesario un tiempo para que la voz demandase y apareciera tras de ella el deseo. Un inadecuado instrumento: la palabra, ha sido pulsado por un deseo que devendrá impuro (el deseo del analista).
Al Suponerle a Su verdad ese Sujeto (Sujeto Supuesto al Saber), el hablante manifiesta su queja, enuncia su síntoma. Se inicia el recorrido, y los fantasmas se presentan. Imágenes olvidadas, recordadas, desconocidas, delatan la Otra Escena. Reiteraciones y vacíos articulan la senda. Una queja y una búsqueda. Al tiempo, parece conocerse la mecánica. A cada intervención eficaz, algo del sujeto adviene. Y una sensación reconfortante (no sólo de confort, de re-confort) invade al hablante (ver Carta 73). Parece saber que lo que desconoce puede buscarlo en ese inagotable almacén. La queja cede, o aumenta, pero hay un bien-estar. Es el momento crucial: perpetuarlo o pro-seguir. Por qué ir más allá? Hacia dónde, si hay un dónde? Si la nada es deseable. Y deseable para quién?
El quién no piensa, sólo escucha. Con su escucha marcará la dirección. En éste es así. La estructura en su singularidad, dirá de si. Del síntoma al fantasma. La verdad del sujeto será desbrozada por el analista, quien soportará ese deser. Subsistiendo en esa realidad alienada, de la cual no hay medida, el sujeto podrá pensarse dividido, y descubrirá el motor de su realidad (el fantasma). El analista será la causa del descubrir.
El analista, “alienación condicionada” por un no-pienso-luego-escucho, que es por él sabido. Saber in-soportable en soledad. Y finalmente está con los otros. Compartiendo escuchas y escritos, sin poder intercambiar ese saber. Erudito del silencio.
Es este “campo abierto a la experiencia” por un procedimiento (el freudiano), la realidad. Realidad absolutamente unívoca frente a la que los otros discursos (del amo, del universitario, de la histérica) enredan, haciendo flotar lo real.
Fin/principio de siglo, otro más. Momento de continuar. Más allá del confort idealista (la realidad por mi medida). Más allá de la ingenuidad realista de la ciencia. Más allá de la facilitación del síntoma en las taxonomías de los llamados problemas sociales (problemas para quién?).
Sostener la dirección del procedimiento freudiano . Momento crucial. Perpetuarlo o pro-seguir. Más allá del confort irreductible. Repetición y motor de lo por-venir.
Quienes llevamos un tiempo en ello, en breve seremos pervivencia del siglo pasado. Quienes estén adviniendo analistas, serán los del dosmil. Para ellos una última frase:
“... en la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la mente del experto hay pocas” (Shunryu Suzuki)

Autor: Leopoldo M. Piazza

NOTA: El presente escrito está basado fundamentalmente en la lectura de: “Del Psicoanálisis en sus relaciones con la realidad” (1967); Intervenciones y textos. Lacan, Jacques; Ed. Manantial 1988; Bs. As.
Y fue presentado en las 1ras Jornadas de Convocatoria Al Psicoanálisis en Abril de 1997.


Carta 73 de Sigmund Freud a Wilhelm Fliess

En su carta del 31 de octubre de 1897 a Wilhelm Fliess escribe Freud (cito parte de la misma):
“... Los negocios andan tan mal por aquí que, según creo, nos esperan tiempos muy difíciles, como, por otra parte, ya corren desde hace mucho en otros sectores....
Mi propio análisis sigue siendo el principal objeto de mi interés. Todo está todavía muy confuso, incluso la índole misma de los problemas; pero al mismo tiempo tengo la reconfortante sensación de que no tendría más que echar la mano a mi despensa para sacar oportunamente cuanto necesite. Lo más desagradable son los propios estados de ánimo (die Stimmungen) que a menudo velan totalmente la realidad (die wirklichkeit). Tampoco la excitación sexual le sirve ya de nada a una persona como yo. Con todo sigo lleno de entusiasmo, aunque por el momento los resultados brilla por su ausencia....
Bajo la influencia del análisis, mis molestias cardiacas han sido reemplazado últimamente por trastornos gastrointestinales.
Discúlpame la charla desordenada de hoy que sólo está destinada a mantener la continuidad de nuestra correspondencia.”

PSICOANÁLISIS – SUICIDIO – HOY

PSICOANÁLISIS – SUICIDIO – HOY

Como se expresa en los fundamentos de este Congreso, el suicidio constituye un problema de salud pública. También es la expresión extrema de un conflicto subjetivo. El suicidio logrado nos deja con todas las palabras, él ha rehuido a ellas, y las explicaciones quedan a cargo de quienes le sobreviven.
Por una parte entonces, el enigma sin resolver del por qué tal decisión. Por otro lado el interrogante de si se podría haber evitado.
Ambas preguntas tienen necesidad de ser desplegadas en el nivel particular del caso, como en el nivel comunitario de políticas: sanitarias, educativas, políticas públicas en general.
Hace unos años atrás, en un trabajo que presenté en las Jornadas Lacanoamericanas de Psicoanálisis en Salvador de Bahia(1997), fundamentaba la imprescindible presencia del psicoanálisis en la acción Inter.-disciplinar de la APS. Decía en aquel entonces que es desde la teoría, y desde la practica misma de esta disciplina de lo inconsciente que, por una parte, se pueden leer los resortes de la vida colectiva humana, y encontrar las nociones que orienten el quehacer en el ámbito colectivo, respetando las singularidades y previniendo los devastadores efectos de masificación. También señalaba que el lugar del analista en lo cotidiano de la APS no solo pasaba por sostener la ética de la escucha, sino también tomar la palabra. Y aquí estamos.
El Psicoanálisis en su experiencia originaria, procede por vía di levare. Así como el escultor descubre la estatua que ya está allí en el bloque, el analista pesquisa la estructura subjetiva en el despliegue discursivo que se ofrece a su escucha, favoreciendo que advenga la verdad del sujeto.
Solo retroactivamente dirá de la causa. ¿ Cómo entonces anticiparse, cómo predecir y prevenir los riesgos que se presentan cotidianamente en la clínica?
La posición del analista no es ingenua. Su saber-hacer se asienta en una sólida y rigurosa formación (el consabido trípode freudiano: su propio análisis, el aprendizaje sistemático de la teoría, el análisis de control).
En 1910, en un Simposio sobre el Suicidio, Freud se preguntaba cómo es posible que llegue a ser superado en la situación de suicidio (lograda o no) el poderosísimo instinto de vida, y si esto era “posible por el simple efecto de la libido defraudada o si existe también una renuncia del yo a su conservación, emanada de motivos puramente yoicos”.
Cinco años después, en Duelo y Melancolía, Freud expone el estado de indagación psicoanalítica con claras referencias a estas preguntas.
En este trabajo, compara el estado clínico de la melancolía con el afecto del duelo.
En ambos de lo que se trata es de la pérdida de objeto amado. En uno como en otro encontramos que 1)cesa el interés por el mundo exterior, 2)se pierde la capacidad de amar, 3) se produce una inhibición de todas las funciones (Ej.: insomnio, rechazar alimentarse).
El afecto de duelo es de carácter transitorio, y es de esperar que estas “disfunciones” tiendan a atenuarse y desaparecer, conforme avance el trabajo de duelo.
Pero en la melancolía específicamente verificamos: 1) perturbación del amor propio (reproches y acusaciones dirigidas a la propia persona), pudiendo llegar a la espera delirante de castigo; 2)empobrecimiento del yo; 3)referencias del sujeto a quitarse la vida expresadas sin pudor.
Ninguna de estas tres condiciones se verifican en el duelo, en el cual el objeto perdido es conocido, mientras que en la melancolía la pérdida de objeto amado, de naturaleza más ideal, es sustraída a la conciencia.
Se sucede en la melancolía un conflicto entre el yo y la instancia crítica del yo.
Tres, entonces, son las premisas de la Melancolía: perdida de objeto, ambivalencia, regresión de la libido al yo (“por una identificación con el objeto la sombra del objeto cayó sobre el yo”).
Tenemos entonces la importancia del diagnostico en transferencia, que permita despejar lo más tempranamente posible de qué tipo de presentación se trata (acting-out ofrecido a la interpretación, o pasaje al acto?), y cual será la dirección de la cura, tareas éstas propias de un analista entrenado, que se sumará a un equipo de trabajo, aportando sus opiniones y escuchando los impasses de tal interacción; contribuyendo con un trabajo puesto en común a disminuir en todo lo posible el riesgo (vale remarcar, sin garantías) y el sufrimiento del paciente o consultante.
Cuando expreso una labor Inter.-disciplinar, afirmo que otros operadores (asistente social, psiquiatra, enfermero, etc.) estarán presentes, favoreciendo articular con la familia, cuando ésta esté, y/o generando una red de contención cotidiana del sufriente en consulta (amigos, vecinos, etc.).
Entiéndase que este esbozo de Inter.-vención, Inter.-disciplinar, es válida tanto para el ámbito público cuanto para el ámbito privado, con sus peculiaridades. Es necesaria la aclaración, ya que es habitual pensar en la Salud Pública como ámbito de lo estatal solamente (en tanto que en rigor el Estado es responsable y quien debe – o debiera – regular, pero no el único actor) y orientado, se piensa generalmente, a sectores desprotegidos, pobres. Pero como suelo enunciar, si se piensa desde la pobreza, se piensa pobremente. Entiendo que todo dispositivo, asistencial o preventivo, en el ámbito de que se trate (público o privado) y del área que sea (salud, educación, seguridad, etc,) ha de plantearse con posibilidades de aplicación, en estos términos, universal.
En el Malestar en La Cultura, Freud se interroga sobre las condiciones de vida de los seres humanos.
La vida se presenta con pesares, para los cuales se ofrecen a los humanos tres tipos de lenitivos (paliativos para superar esos pesares): distracciones poderosas que tornan pequeña nuestra miseria (desde el cultivo del jardín a la dedicación a la ciencia, etc.); satisfacciones sustitutivas que reducen el pesar (el arte); narcóticos que modifican el quimismo de los órganos insensibilizándonos (“A quien tenga pesares no le falten licores”).
Si bien los hombres aspiran a la felicidad, tres son las fuentes de sufrimiento que deben enfrentar: provenientes del propio cuerpo, del rigor de la naturaleza, de las acciones de otros seres humanos.
Eros y Ananke (amor y necesidad) son los padres de la Cultura. Señala Freud que ésta cumple con dos fines: regir las relaciones de los hombres entre si, y protegernos contra la Naturaleza.
Pero esta misma Cultura que permite que convivan mayor número de seres humanos, impone una serie de restricciones al individuo. Se produce entonces un conflicto entre el amor y la cultura.
Así como en el plano singular, el reforzamiento del yo, en conflictos como veíamos recién, de neta factura narcisista, es empujar al suicidio (en tanto el “consejo” puede reforzar la instancia crítica del yo, que por si solo ya lo martiriza), en la lógica de lo colectivo, es ineficaz dirigir las acciones a eliminar un malestar, que lo es de estructura. ¿Cuál entonces la dirección a seguir?.
Mencionaba hace un rato un Simposio sobre Suicidio de 1910, donde la intervención de Freud apunta en particular sobre una importante misión de la educación, lo hace en estos términos: “La escuela secundaria, empero, ha de cumplir algo más de abstenerse simplemente de impulsar a los jóvenes al suicidio: ha de infundirles el placer de vivir y ofrecerles apoyo y asidero en un período de su vida en el cual las condiciones de su desarrollo los obligan a soltar sus vínculos con el hogar paterno y con la familia. Me parece indudable que la educación secundaria no cumple tal misión y que en múltiples sentidos queda muy a la zaga de constituir un sucedáneo para la familia y despertar el interés por la existencia en el gran mundo”.
Por ser tan vasto el ámbito de intervención, me centraré en la educación, y en particular el nivel medio, que abarca el período de la pubertad. Este momento de la constitución subjetiva, es universal y una bisagra en el desarrollo del parletre. Momento de reafirmación de los procesos iniciados en el período instituyente de la subjetividad (la niñez), y quizás la última oportunidad de una intervención que permita rectificar rumbos.
Hoy, en nuestra Argentina, (según investigación del Grupo Equis, de Artemio López) más de 1.500.000 adolescentes se encuentran fuera de la escolaridad y sin ninguna ocupación. Esta pre-ocupación ha sido manifestada aún en el Parlamento Nacional, sin arribarse a una sanción de ninguna política específica.
Quizás sea el sector de nuestra población en mayor riesgo. Acosado por la crisis que transitamos, que no muestra horizontes ni objetivos de vida, y transitando sus propias crisis subjetivas, en variadas formas, todas ellas siempre necesitadas de un mayor respaldo, tanto familiar, como (y fundamentalmente) social.
Lejos de ser sujetos de cuidados y atención especial, son objetos de crítica, cuestionamiento, y blanco de las más variadas publicidades (tanto orientadas al consumo como las supuestamente “preventivas”).
Tal vez no sea tarde aún para revisar qué estamos haciendo, qué dejamos de hacer, e impedir que esta generación sea empujada a suicidios individuales, o exterminio colectivo.


Buenos Aires, Agosto 2005

Texto de mi presentación en el Primer Congreso Internacional de Suicidiologia
UCC, Córdoba, Argentina (19 y 20 de agosto de 2005)

Autor:Leopoldo M. Piazza